Aunque lleva más de veinte años abierto, es uno de esos 'antros' que pasan totalmente desapercibidos para el común de los playeros que a cientos discurren diariamente por su puerta, ansiosos de llegar a la arena para clavar su sombrilla. Según me contó su dueño, Lewis -militar americano retirado amante de nuestra tierra-, corría el año 1991 cuando estaba con un amigo estrujándose el cerebro para poner un nombre al bar; y claro, ya se sabe, bar...amigo...bolillón asegurado.
A la mañana siguiente, temprano y con resacón de los gordos, se volvieron a ver para continuar montando el bar a lo que uno le dijo al otro: -Tío, te huele la boca a aliento de jabalí...- e voila!!!
En definitiva, uno de esos garitos con encanto...
3 comentarios:
Buena pinta tiene el lugar. ¡Ay, ese letrero de la Sociedad Nacional del Sarcasmo!
Salu2
Aunque me hayas eliminado de FB tendremos que ir en Julio a tomar unas birras, tu pagas por el desaire.
Resentío!!!! ;-)
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